Raquel es una joven profesora de literatura que acepta un puesto de suplente en un instituto. Cuando llega se entera que su predecesora se ha suicidado y desde entonces las cosas se complican cuando al finalizar las clases, encuentra en su bolso una nota que dice «¿Y tú cuánto vas a tardar en morir?»
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EL DESORDEN QUE DEJAS. Por: Maria Clara Agudelo Ossa
La vida de una profesora se ve vinculada a una serie de acontecimientos que la llevan a investigar el supuesto suicidio de una profesora a la que llega a reemplazar en un pequeño pueblo llamado Novaritz.
Los problemas con su esposo hacen que nuestra protagonista tenga un comportamiento ansioso y dudas respecto a lo que ocurre a su alrededor, reflejando una conducta tan humana que muchas personas pueden identificarse en ella.
En la novela el autor nos presenta unos jóvenes rebeldes, drogadictos y desenfrenados. Una juventud estereotipada que que puede ser gancho para los lectores, pues es en los diálogos de estos personajes donde la lectura se vuelve más despreocupada.
Una novela bastante realista que toca todas las fibras del miedo y las relaciones humanas, cargada de intriga y un único interrogante: ¿Qué le pasó a la profesora de literatura?
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VIRUCA FERRER. Por: Julieth Taborda
Mi verdadero nombre es Elvira Ferrer. Y estoy muerta.
Mucho del entramado de esta historia gira entorno mío, mi ex esposo se ha obsesionado ya que no cree que me haya suicidado pues tuve un par de estudiantes que me hicieron la vida imposible.
Era absolutamente meticulosa, me gustaba tener todo en orden porque detestaba que algo se saliera de mi control; eso era mi principal detonante para perder la cabeza, sentir que algo no podía controlarlo, desde la calificación exhaustiva de exámenes, hasta mi vida personal.
No puedo negarlo, amaba ser una incógnita y que en general una parte de mí habitara el anonimato, a veces me pasaba que al verme en el espejo me desconocía y eso me llenaba de excitación.
En fin, la gran pregunta es ¿tiene razón mi ex esposo, me mataron? o ¿fue tanta la presión que decidí acabar con todo arrojándome al río?
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RAQUEL VALERO. Por: Melina Orgulloso
Creo que soy la protagonista de todo este entramado de historia.
Tengo 38 años y mi sueño frustrado es ser maestra permanente, hace poco me mudé a un pueblo llamado Novaritz y que no me gusta para nada, con mi perro Nanuk y mi esposo, Germán, que es de allí. Uno de los muchos sacrificios que hay que hacer para mantener a flote matrimonios que han pasado por cosas tan turbias como el nuestro, que ya me gustaría a mí no sentir toda esta culpa. Pero paso de hablar de mis problemas.
Soy maestra suplente de una profesora que se suicidó, se llamaba Viruca. Y honestamente todo lo que hay alrededor de su muerte me da muy mal rollo, hasta su ex. Puede que tal vez me esté obsesionando un poco, pero la relación de la antigua profesora con los alumnos era muy cercana, tal vez demasiado. Incluso, siento que pudo haber algo de acoso, y no quiero saber hasta donde son capaces de llegar los jóvenes hoy en día.
No puedo evitar compararme con ella. Considerando su perfecta reputación y lo guapa que era, hasta mejor profesora que yo debió haber sido. Pero lo único que creo que tenemos en común Viruca y yo, es el acoso que sufría por parte de los estudiantes, que ahora se está repitiendo conmigo.
Aunque, ¡venga ya!, no creo que unos capullos de 17 años (si, les hablo a ustedes: Roi, Nerea y Iago) puedan ser capaz de hacer que su maestra se suicide, ¿verdad?
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ROI FERNANDEZ. Por: Alejandro Hincapie
La nueva profesora de literatura es un manojo de nervios. Primer día de clases y casi se derrumba con el primer farol que le tiré. Pensé que para alterarla se requería un poco más que una mención vaga de un matrimonio en problemas y algo de confianza en mi voz.
Raquel, se llama el reemplazo. Aun me cuesta creer lo de Viruca, pensar que terminaría así tan de repente, Iago y Nerea no le han dado mayor importancia, se han lavado las manos como si ni la hubieran conocido, como si nosotros no hubiéramos tenido nada que ver. A este paso la nueva va terminar igual.
Yo, por mi parte no estoy especialmente contento con mi situación actual. Cada día es el mismo piso en medio de un barrio en ruinas, mis padres no me dan bola, parezco más una decoración barata comprada en un chino más que un hijo para ellos. Además mi barrio es un criadero de yonkis, y hablando de yonkis: ahí esta Iago, cada vez que le hablo es un lotería de emociones. Que si está en un subidón por la coca o en un bajón por la falta de esta, nunca sé cómo va a reaccionar frente a lo que le digo. Que una raya no duele cuando estamos de fiesta y tal, pero de meter tantas drogas combinadas va a terminar peor que las calles afuera de mi edificio y yo no quiero estar ahí cuando eso pase.
No, yo voy a graduarme del instituto y al momento que salga la oportunidad me largo de este pueblo y de sus climas de nevera.
Solo espero que Nerea y Iago no se ensañen mucho con la sustituta, ya suficiente problema tenemos con el suicidio de Viruca como para que nos incriminen en la muerte de otra.
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