La Maquinista

Por: Melina Orgulloso

El olor de su boca era insoportable, pero por si no pudiera repugnarla lo suficiente, hilos de moco salían fluidamente por su nariz y terminaban empapando todo su pecho. Tal y como le habían enseñado, ella ni se inmutó, lo limpió, y continuó su trabajo con una sonrisa incómoda, la estaban observando. Recordó cómo empezó todo. Familias desesperadas y completamente destruidas sabiendo que era imposible salvar a sus hijos, los más pequeños, todos murieron. La población disminuyó de forma desmesurada, y se empezó a hablar de la extinción. Hasta que aparecieron ellos. Toda familia que hubiera perdido un niño o niña se había visto forzada a acoger y cuidar a esas desagradables criaturas artificiales. Ella suspiró con resignación mientras limpiaba, aceitaba y acomodaba la boca del "bebé".

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